Los pit bulls tienen reputación de ser perros violentos, a pesar del amor y la lealtad que pueden fomentar si se les entrena correctamente. Típicamente representados como enemigos mortales, los gatos y los perros, incluso los Pitbulls pueden enseñarse para que se lleven bien con un gato. Las investigaciones demuestran que esto sucede cuando son introducidos desde edades tempranas.
Reputación y disposiciones. Los Pit bulls no son una raza. El término se refiere a tres razas semejantes: el Staffordshire Bull terrier, el American Staffordshire terrier y el American Pitbull Terrier. La categorización y reconocimiento varía según el club. Los Pit bulls tienen una mala reputación debido a su explotación en las peleas de perros. Si bien esto da la medida en la que pueden hacer daño, tiene poco que ver con sus habilidades naturales. La interpretación estadística de ataques a humanos varía y es incluso menor que en otras razas. Según el United Kennel Club, el American Pitbull surgió durante el siglo XIX como «una raza que encarna todas las virtudes atribuidas a los grandes guerreros: fuerza, valor indomable y gentileza con sus seres queridos». La clave está en que tu perro reconozca a tu gato como un ser querido.
Un escenario ideal. Si puedes elegir la edad y el orden de introducción de las mascotas, tendrás una mejor oportunidad de fomentar la tolerancia entre el perro y el gato sin importar la raza. En un estudio realizado se llegó a la conclusión de que lo mejor es adoptar primero al gato, preferentemente de menos de 6 meses de edad y a continuación el perro, preferiblemente menor de un año de edad. Aunque muchos perros y gatos en el estudio interactuaron de forma amistosa, el 25 por ciento eran indiferentes entre sí y el 10 por ciento eran agresivos. En los hogares con una integración exitosa de mascotas, los investigadores observaron que los gatos y los perros en ocasiones emplean el lenguaje corporal de la especie opuesta.
La elección de un perro. Cuando quieras adoptar un Pit bull, busca un criador de renombre. Un local de rescate de perros de peleas es una opción noble, pero no puedes saber lo que el trauma sufrido por el perro puede ocasionarle a tu gato. Al elegir un perro más joven tienes la ventaja de que no ha adquirido hábitos arraigados ni factores desencadenantes. Si es posible, sácalo a pasear llevando tu gato en un trasportador para medir su respuesta general hacia los gatos. Los refugios en ocasiones son ambientes estresantes, así que esto puede que no refleje su carácter normal. Aún así, esto te da una buena idea de su respuesta al estrés. Pregunte acerca de la historia del animal. Los perros que han vivido con gatos tienden a ser una elección conveniente, pero también pueden traer hábitos agresivos y asociaciones negativas a su nueva casa.
Las introducciones tienen que hacerse con un orden. Antes de introducir a tu Pit bull con tu gato, asegúrate de que éste pueda observar y acercarse de manera segura. Elige un par de habitaciones para tu gato ya que está familiarizado con la casa y asegúrate de que tenga lugares desde los cuales pueda observar sin que el perro pueda alcanzarlo. En las primeras etapas de introducción se confina al perro en una habitación para que el gato pueda entrar y salir sin temor a que lo persigan. Si estás introduciendo un gato en una casa que ya tiene un Pit bull, ponerlo en un lugar seguro le permitirá familiarizarse con la casa, luego confinas al perro y sigues las indicaciones anteriores.
Relacionar a las mascotas. A medida que tu Pit bull y el gato se vayan conociendo, aumenta el tiempo y el número de momentos en los que interactúan. Utiliza una correa y lleva a tu perro a las habitaciones que tu gato frecuenta. En cuanto a la disciplina, dile al perro «no» o un comando de postura básica como «siéntate» si ladra, persigue o se abalanza sobre el gato. Los Pit bulls son muy entrenables, por tanto alienta el entrenamiento y el refuerzo positivo a través de golosinas o juguetes. Los gatos responden en menor grado pero pueden aprender. Continua fomentando las experiencias positivas.