La giardia es un parásito altamente contagioso que causa diarrea, heces grasosas y pérdida de peso en los perros. Beber agua contaminada, asear a perros infectados e ingerir excrecencias de objetos contaminados, son los medios de transmisión más comunes. La desinfección después de una epidemia de giardia es crucial para prevenir la recurrencia y la propagación de la enfermedad.
Baña a tu perro infectado para eliminar cualquier rastro de heces de su pelaje. Debes prestar especial atención a la región perineal ya que esta zona a menudo tiene una alta concentración de excrecencias de giardia. Enjuaga bien a tu perro y aíslalo hasta que la infección desaparezca por completo. Barre todas las áreas de tu casa para eliminar los desechos y el pelo que pueda estar contaminado con excrecencias de giardia. Asegúrate de que no haya materia fecal en ningún lugar de tu casa.
Aspira alfombras, la ropa de cama y los muebles tapizados para quitar los restos de giardia y ayudar a prevenir una reinfección. Lava los azulejos, la jaula y el piso con una solución de lejía: mezcla una parte de lejía con 16 partes de agua. Deja actuar durante varios minutos y luego enjuaga bien. Rocía las áreas potencialmente contaminadas con un desinfectante que contenga amonio cuaternario ya que tiene la capacidad de eliminar el parásito. Deja reposar durante 30 minutos y enjuaga bien antes de que tu perro o las personas pasen por el lugar.
Lávate bien las manos después de desinfectar o manipular un perro enfermo y asegúrate de que los demás miembros de tu hogar hagan lo mismo. Desinfecta todo aquello que esté en el exterior de tu casa, centrándote en las áreas donde tu mascota hace sus necesidades. Si no puedes desinfectar todo o parte de tu jardín, mantén a tus mascotas y tu familia alejados de la zona durante al menos un mes.
Examina el agua de tu pozo para determinar si está contaminado. Tu departamento local de salud debe ser capaz de proporcionar la información y asistencia necesaria. Mientras tanto, hierve el agua durante cinco minutos antes de beberla, mezclarla con los alimentos o utilizarla para cepillar tus dientes. No es probable que un perro enfermo haya contaminado el agua de tu pozo, pero es mejor precaver que lamentar.