La lengua de tu perro no sólo es buena para beber el de agua o coger los alimentos, sino que también es una herramienta para lamer todo lo que está en tu casa, incluyéndote a ti. Lamer la alfombra es generalmente un signo de comportamiento compulsivo, mientras que humedecer su pata podría indicar que tiene una lesión.
Observa los lugares dónde se lame tu perro. Los perros que se lamen a sí mismos suelen hacerlo porque esa zona está lesionada o herida. Si notas que su piel es escamosa, es posible que tenga la piel seca. Si se lame la pata, podría tener algo pegado en o entre las almohadillas. Incluso si estás bastante seguro de lo que tiene tu perro, llévalo al veterinario ya que puede tener alergias, pulgas, una infección en la piel u otro problema médico que necesita atención profesional.
Examina los objetos que tu cachorro está lamiendo. Los sofás, las alfombras y las bañeras son a menudo víctimas de limpiezas minuciosas de la lengua canina: esto ocurre porque en ocasiones encuentran migajas o residuos en los objetos que lamen. Un poco de leche que sin saberlo derramaste en la alfombra, obtendrá la atención de tu perro durante bastante tiempo. Aunque es repugnante para los seres humanos, el jabón es un sabroso plato para algunos perros y no hay mejor lugar para encontrar restos de este apetitoso manjar que una bañera.
Determine cuándo empieza a lamerse tu mascota. Una vez que descartes problemas médicos, migajas y residuos de alimentos o productos químicos, debes comenzar a buscar que es lo que está causando que tu perro lama todo lo que encuentra. Por lo general hay situaciones, como los fuegos artificiales, que estresan o preocupan a los perros y algunos lo manifiestan a través del lamido de objetos o de su propio cuerpo.
Elimina la situación que perturba a tu perro de su entorno o ayúdalo para que lo acepte. El solo hecho de sacudir una caja de jugo de naranja puede desencadenar este mal comportamiento si se le han limpiado las orejas, porque se acuerda de que agitas la solución para el oído antes de usarla. Agita todas las botellas en una habitación separada donde tu perro no pueda ver o escuchar lo que haces. Ante situaciones que no puedes controlar, como los fuegos artificiales o las tormentas eléctricas, debes preparar a tu perro con una versión similar más suave y recompénsalo por estar tranquilo. Por ejemplo, reproduce ruidos similares a un trueno en tu computadora a un volumen bajo. Una vez que reaccione tranquilamente a los sonidos, recompénsalo con una golosina y ve aumentando gradualmente el volumen.
Dile a tu cachorro que haga otra cosa cuando comience a llenar de saliva tu sofá, como por ejemplo, acudir a tu lado o recuperar un juguete. Redirige su atención para que deje de lamer, por lo menos durante un rato.
Consejos. Incluso después de que las situaciones estresantes se eliminan, el comportamiento compulsivo de tu perro puede seguir. Es por eso que redirigir su atención es importante.
Advertencia. Nunca le grites o castigues a tu perro porque esté lamiendo algo. Si está lamiendo es porque está estresado y los castigos van a empeorar la situación. Si está lamiendo a causa de una lesión, no tendrá idea de por qué estás enojado.