Si tu perro solo utiliza su nariz a la hora de comer, algo debe estar mal, podría ser su salud, su comida o incluso estrés. La única manera de saber con seguridad es hablar con su veterinario, quien puede asesorarte para que tu compañero recupere su apetito.
Enfermedades. Los problemas de salud, tales como las enfermedades dentales, pueden disminuir el apetito o incluso hacer el acto de comer demasiado incómodo como para realizarlo. Lesiones, cáncer, problemas de hígado y riñón, úlceras e hipotiroidismo son sólo algunas de las condiciones que pueden hacer el plato de comida poco atractivo. La gravedad de la situación puede empeorar rápidamente, por lo que debes hacer una cita con el veterinario tan pronto como notes que tu mascota no está comiendo.
Cambios de estilo de vida. Los perros son animales de costumbres, y cuando su estilo de vida cambia de repente, la conmoción y el estrés pueden disuadirle de comer. Por ejemplo, la llegada de otra mascota o un bebé vuelve al revés el mundo de tu perro, desde su percepción su rutina diaria se sacude de manera espectacular. Incluso una mudanza puede desataren tu perro grados de stress que lo llevarán hasta el punto de rechazar la comida. Durante el período de ajuste, es posible que necesite un poco más de atención y estímulo a la hora de comer, tal vez dándole un regalo especial, calentando su comida o simplemente estableciendo una nueva rutina constante. En situaciones como esta siempre busca la opinión de un veterinario.
Los quisquillosos. Si bien no ocurre con la mayoría, algunos perros son quisquillosos a la hora de comer. Esto se hace especialmente evidente cuando un perro que tiene una rutina de alimentación establecida rechaza un nuevo bocado; esto ocurre porque no todos son receptivos a la variedad. En estos casos cambiar su dieta puede ayudar, así como restringir su acceso a los alimentos. A diferencia de la «alimentación libre» cuando disponen de comida las 24 horas del día, darle de comer dos veces al día y sólo durante 15 minutos hará que su interés por la hora fijada aumente. Pregunta a un veterinario acerca de las necesidades dietéticas de tu perro y las formas de aumentar su apetito.
Entorno incómodo. La comida no es siempre el problema de tu perro, en ocasiones las condiciones de su entorno son las que le hacen perder interés por los alimentos. Por ejemplo, un plato de comida que es demasiado alto o demasiado bajo puede disuadir a su perro de comer porque acceder a ella es incómodo. El exceso de presión durante las comidas puede hacer que tu perro se ponga ansioso y pierda el apetito. Por ejemplo, si un perro más dominante come en el plato de al lado, puede estar demasiado asustado como para acercarse al suyo. La presión puede venir incluso de ti, así que dale un poco de espacio cuando se alimenta; si lo observabas muy de cerca le puedes causar ansiedad y por ende pérdida de apetito.