El bóxer tiene una personalidad amable que viene acompañada de problemas en el tracto digestivo. Este es un perro que adora comer y tomar una siesta después de cada comida. Por tales motivos, alimenta a tu bóxer con pequeñas cantidades de alimentos para minimizar los problemas digestivos.
Hinchazón/torsión gástrica. La hinchazón se produce debido a una acumulación de gases en el estómago producidos durante el proceso digestivo y es una dolencia muy común en el bóxer. Los síntomas incluyen incomodidad y una sensación de llenura excesiva acompañada de falta de energía, similar a lo que experimenta una persona cuando ha comido demasiado. Cuando estos gases digestivos no salen correctamente del sistema digestivo del perro, pueden causar un aumento del estómago. Algunos casos de hinchazón se resuelven rápidamente cuando el perro puede expulsar los gases y se convierte en una máquina de gases apestosos. Sin embargo, en situaciones más peligrosas, la vida del perro puede estar en peligro si desarrolla una condición mortal conocida como torsión gástrica. Esto ocurre cuando el estómago del perro aumenta considerablemente de tamaño y se voltea. Esta acción corta completamente la ruta de escape para los gases, así como de cualquier flujo de sangre al estómago. El perro experimenta dolor severo e hinchazón abdominal. En este caso se requiere intervención quirúrgica inmediata.
Extensión del estómago. En términos veterinarios se conoce como estenosis pilórica. Es una condición potencialmente mortal asociada con la raza bóxer. En este trastorno, el píloro o la abertura entre el estómago el intestino delgado, sobresale de su límite conectivo. Esto evita el depósito adecuado de los alimentos procesados en el intestino delgado. También requiere atención veterinaria inmediata para corregir el problema.
Intestino inflamado. Conocido por los profesionales veterinarios como colitis ulcerativa histiocítica, es una de las enfermedades más dolorosas del tracto digestivo experimentado con mayor regularidad en el bóxer. Es similar a la enfermedad inflamatoria intestinal en los seres humanos. Las bacterias inflamatorias atacan el revestimiento del sistema digestivo del perro, a menudo dejando atrás una serie de llagas que nunca se curan completamente y se irritan fácilmente. El malestar estomacal y general ocurre después de comer, cuando se producen los jugos gástricos. Otros síntomas incluyen diarrea crónica, vómitos y pérdida de peso. Una combinación de medicamentos para reducir la inflamación, así como los cambios en la dieta de tu perro, puede ayudar a controlar esta enfermedad. Sin embargo, una vez desarrollada, tu bóxer seguirá siendo propenso a este tipo de malestar estomacal y requiere de un seguimiento regular por parte del veterinario.
Pancreatitis. Se trata de una inflamación del páncreas en la que las enzimas digestivas producidas por el páncreas retroceden y atacan al propio órgano. Las enzimas que normalmente descomponen los alimentos comienzan a digerir el tejido pancreático y el tejido de otros órganos cercanos. Es un trastorno extremadamente doloroso que se considera críticamente peligroso para la vida del perro y requiere de intervención veterinaria inmediata. El perro no comerá ni beberá agua, sólo le administrarán líquidos intravenosos para mantener sus niveles de electrolitos y potasio para que el páncreas se vea obligado a descansar de cualquier actividad digestiva.